Durante los últimos años, muchas personas postergaron o interrumpieron sus vacunas. Algunas por falta de tiempo, otras por dudas o porque la información pudo haberles resultado confusa.
Pero lo cierto es que vacunarse sigue siendo una de las formas más simples y seguras de protegernos. Gracias a las vacunas, nuestro país logró eliminar enfermedades graves como el sarampión y la poliomielitis. Pero hay que estar atentos, sin vacunación, esas enfermedades pueden volver. Y es lo que está pasando en otros países de la región.
Hoy, en Argentina se registran alertas por nuevos casos de sarampión y un aumento sostenido de coqueluche (tos convulsa). Son señales claras de que, si las coberturas de vacunación no aumentan, las enfermedades prevenibles pueden reaparecer.
Te explicamos por qué la vacunación es un acto esencial de salud individual y comunitaria, cómo funcionan y lo que tenés que saber sobre las alertas vigentes.
La vacunación es como tener un “entrenador personal” para nuestro sistema inmunitario: lo prepara, lo fortalece y le enseña cómo responder y defenderse, sin que tenga que exponerse a un riesgo real para aprender a hacerlo.
Podemos imaginar que la vacuna es el entrenador personal que guía y supervisa el “entrenamiento” del sistema inmune; el antígeno es la rutina de ejercicios que representa un desafío controlado; los linfocitos B y T son los músculos que aprenden y se fortalecen; y la respuesta inmune secundaria es como la condición física ganada que permite reaccionar con rapidez y eficacia cuando aparece el virus real.
En la práctica, una vacuna introduce componentes seguros –virus o bacterias inactivados, atenuados o fragmentos- de forma que el cuerpo los pueda “reconocer” pero sin producir la enfermedad. Así, cuando el patógeno real aparece, el sistema inmunitario ya sabe cómo actuar.
Para detener la propagación de virus, se necesita alcanzar una cobertura del 95% de la población (inmunidad colectiva). Hoy, según datos del Observatorio de la Infancia y Adolescencia del Ministerio de Salud y de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), ese objetivo no se está cumpliendo.
Con una cobertura tan baja, se pone en riesgo la protección comunitaria y esto facilita la reemergencia de enfermedades eliminadas (como sarampión y poliomielitis).
A continuación, podés informarte sobre las alertas actuales:
Cuando la mayoría está vacunada, el virus no encuentra por dónde circular. A eso se le llama “inmunidad colectiva”, “de grupo” o “de rebaño” y es lo que protege a las personas que no son inmunes a una enfermedad, como, por ejemplo, los bebés que aún no han sido vacunados, las embarazadas y las personas inmunodeprimidas, o personas que, habiéndose vacunado, no fabricaron suficiente cantidad de anticuerpos.
Tu vacuna no solo te protege a vos, protege a quienes te rodean. Por eso vacunarte es, también, un gesto de cuidado hacia los demás. Cuando la mayoría de la población está vacunada, se crea una barrera que impide que el virus llegue a los más vulnerables. En cambio, si la cobertura cae por debajo del 95%, el escudo se rompe, y un solo caso podría generar un brote. Por eso, cada vacuna cuenta.
El cuidado de todos empieza por cada uno. Consultá el Calendario Nacional de Vacunación (CNV), verificá el estado de tu libreta (y la de tus hijos), y pedí turno en tu médico.